El sofá de Mayel

Una manera de interpretar al mundo...

Como casi todas las mañanas salí de mi casa apurado con el reloj gritándome al oído por cada segundo que transcurría. Cuando llegué al paradero, me subí como pude aun microbús, como no iba muy lejos decidí sacar el dinero para pagarle al cobrador, lamentablemente, no me había acomodado bien, así que cuando saque la moneda del bolsillo el carro freno, y el brazo de un muchacho que estaba a mi costado golpeo mi mano, dejando caer el dinero al piso. Agacharme a buscarlo era imposible por eso seguí con la mirada la moneda que fue a parar debajo de uno de los asientos. Fue en ese instante que le pedí por favor, al hombre que ocupaba ese asiento, me pasará la moneda. Él se agacho y la recogió, yo ya había estirado mi mano para recibirla, cuando de súbito tomó una decisión inesperada.

-Hay, es mi suerte pues-me dijo, retirando su mano con mi moneda entre sus dedos.
Su reacción me sorprendió, aunque solo eran 0.50 céntimos de sol, me estaba robando en mi cara y a vista y paciencia de todos en el micro.

Quedarme callado y sacar otra moneda hubiera sido, aparte de vergonzoso y humillante, convertirme en cómplice de un acto, que por pequeño que parezca, es el inicio de una poderosa y larga cadena que termina en los ladrones de saco y corbata.

-Oiga y dónde están sus valores- le dije- que le esta enseñando usted a sus hijos. A lo que el hombre con total cinismos, me contestó:
– Yo no tengo hijos.
-Gracias a Dios que nos lo tiene, que sería de esas pobres criaturas con su mal ejemplo- le respondí.

No sé si por vergüenza o porque ya no tenía ningún argumento más que esgrimir a su favor, el hombre me devolvió la moneda. El cobrador que no podía dejar de reírse la recibió. Es decir, pasó de mis manos a las del señor, luego él me la regresó y finalmente se la quedó el cobrador, una ironía más de la vida, ¿no lo creen?

Cuando baje del micro, me sentí bien, no porque hubiera ganado la discusión, sino porque había actuado correctamente y no me había dejado ganar por la mal llamada ‘viveza’ o ‘criollada’ que, aunque no parezca, es la madre de todos los males que afectan a nuestro país.

Un valor es algo que perfecciona al que lo posee, es algo valioso que lo enriquece. Desde el punto de vista social, ellos son los pilares sobre las cuales se sostiene toda sociedad, su carencia u omisión contribuyen al caos y a la corrupción, dos piedras enormes que obstruyen el camino al desarrollo. Asimismo, sientan las bases para la formación de ciudadanos y ciudadanas responsables, que no solo sepan exigir el cumplimiento de sus derechos, sino también, cumplan con sus deberes respectivos.

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